martes, 18 de septiembre de 2012

Insulto

¿Te acordás?

Teníamos calles
de adoquín en los bolsillos,
brújulas insensatas
para mover la nariz
sobre lo furtivo.

Andábamos ebrios
de miel y mostaza
con la ropa justa
para no perdernos.

Teníamos cielo
en la piel de los pies,
zapatos de azúcar,
albatros fieles
volando por la casa.
Teníamos sol
en las botellas de vino,
cilantro fresco
plantado en el jardín,
monedas de otros países
para pagar el pan.

Teníamos convicción.
Nunca teníamos hambre.

¿Qué pasó con todos nosotros
que, de pronto,
fuimos prostituidos por el miedo?

martes, 19 de junio de 2012

I

Te queda bien
ese traje de condenado a muerte,
y las marcas de horca en tu cuello
y las cicatrices en las muñecas.

Pero también te oprimen
como una camisa de fuerza.

A nadie le importa
verte contemplar
lo irrecuperable de la noche.

¿Y a vos?

¿Te importa
el doblez
de estas invenciones,
o lo que sentías
al oler la frescura de la albahaca
o las medias secas
o cuál era tu nombre?

jueves, 5 de abril de 2012

Ofensiva

Como si hasta hoy nada
hubiera pasado,
ponés un pie dentro del mundo.
Indiferente
como un perro que desafía
la fidelidad a su amo.

Aceptás el peligro
de tu suerte quebradiza,
de que nadie advierta
ese perfume felino.

Insistí.
Insistís.

Clavás otro pie
en esta gran confusión.
El orgasmo contenido,
la mandíbula firme,
tu mirada disponiendo
cada presa en su lugar.

Imprudente,
como un aullido escandaloso,
como un héroe de pequeñas cosas,
como una herida infalible.

Insistís.
Cuerpo a tierra sobre el mundo,
tu mano derecha
apretando las raíces,
los colmillos implacables
mordiendo tu nuevo territorio.

Aunque parezca
que nada ha ocurrido hasta hoy.
Aunque todavía
alguien se atreva
a soltar
a los cazadores de tigres.

martes, 6 de marzo de 2012

En la pantalla

Hay un ministro
que se lamenta por la tragedia,
lo rodean
otras figuras de cera.

Todos parecen humanos.
La voz se oye quebrada,
pronuncia frases preciosas.

Cualquiera podría creerle.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Mientras llueve en el Reino de Suazilandia

Los locos deambulan en la noche
porque tienen miedo de volverse genios
el herpes zóster invade a los artistas
los deja ciegos para que no crean en su obra
los maestros se liman las uñas frente al pizarrón
y los alumnos juegan al ta-te-ti
con una navaja sobre el brazo del más débil
Tomi se baja los pantalones
en el café Vinilo pero ni siquiera se excita
un televisor encendido que nadie mira
ve a Candela dar sus primeros pasos y la aplaude
los trenes chorrean
empleados que se odian a sí mismos
la banda canta:
“dale turra agregame en el facebook”
y las chicas gritan que los aman
los supermercados asfixian a las cajeras
para que no tengan compasión
por las calles avanzan internados en coma
que se envidian mutuamente
las adolescentes de catorce años creen
que el futuro es un programa de televisión
llamado “Soñando por mostrar el culo”
los quince días de vacaciones ya no alcanzan
para querer ver de nuevo a los amigos
el amor se subasta en los bares
por menos de una cerveza
mientras tanto
sigue lloviendo en Suazilandia

y vos todavía te preguntás
por qué estamos tan solos.

miércoles, 25 de enero de 2012

Detrás del velo

Nadie te lo dice,
pero hay cadáveres
bebiendo tu cerveza en el bar,
ocupando la mitad de tu cama,
festejando en el balcón de tu gobierno,
diciéndote en línea cómo ser feliz.

Se disfrazan con escotes falsos
y camisas inútilmente caras,
se perfuman la podredumbre,
reforman sus cuerpos descompuestos
con modernas cirugías
y repiten frases impersonales, preciosas,
falsamente inocuas:
“tenés que pensar en el futuro”.

No va a quedar nada
si todo sigue igual.
La última oportunidad es
arrancarlo todo,
mirar detrás del velo,
oler con sutileza,
desear con voracidad,
oír con intuición,
formar una jauría
con los pocos seres vivos
que todavía respiran.