miércoles, 19 de mayo de 2010

Preciosamente imperfectos

Cuando alguien logra olvidar sus intenciones y no querer nada…
La puerta se abre sola ante él.
(Michael Ende, “La historia interminable”)

somos como las nubes que se amontonan
y contagian su humedad
porque para ellas
la lluvia es una celebración

somos como la tierra que se quiebra
cuando está harta de la aridez
de la rutina
de la ausencia de saliva o de lágrimas

somos como las estaciones
estamos llenos de principios y finales
de truenos de tardes calmas
de tormentas y de nacimientos

somos la inundación y la sequía

y a veces
algunas pocas veces
somos nosotros mismos
seres asombrados por la existencia
sin la manía de retroceder
sin la ansiedad por avanzar
damos pequeños pasos imperfectos
de esos valiosos
que aunque no nos lleven a un lugar preciso
aún así nos elevan.