domingo, 28 de febrero de 2010

Deshielo

dedicado a Monty Peiton

hay una mujer en escuadra con las paredes
que no duerme
(que tiembla)
y un suelo mojado que humedece sus pies

cerca de sus ojos
las telarañas revelan
que la calle ensordecida está inclinada, errante, sucia
que por ella se derrama su miedo como una vertiente
y que sólo la vida microscópica
encierra en lo invisible
lo que está por suceder

es la mujer glaciar en la ciudad de los deshielos
en los países de una sola noche
en las cúspides derretidas

allí, la secuencia del tiempo
se prolonga sin acotaciones
y la mujer es bisagra de las puertas
soporte de las columnas
golpeadas por el aire suspendido, invariable, súbito

su arquitectura
pierde solidez cuando amanece
pero hay un lugar exacto, lúdico, inabarcable
(el centro de su cuerpo: las vísceras)
donde las dimensiones de la existencia
se multiplican, juran mudar
presagian el cambio irrevocable:
el principio de la era del agua.

sábado, 13 de febrero de 2010

Sin palabras

hay cosas que me gustaría decirte
pero no sé cómo,
como si me faltaran palabras
(y eso que yo nunca vi una escritora sin palabras)

entonces tengo que recurrir a las formas:
me viene, por ejemplo,
la silueta de una montaña
a contraluz…
esa garganta que detrás de nosotros
aullaba muda, en la penumbra

ese día era fácil confundir
el susurro del río con tu saliva
o la brisa que se levantaba a esa hora
con tus manos entre mis piernas

pero sólo son formas
o, a veces, sonidos sin letra:
como el ritmo tribal de los tambores
que hacían melodía con la lluvia
¿te acordás?

busco,
porque sé que tiene que haber una manera
de decirte estas cosas,
entonces aparece un desierto
o un mar que no hace ruido

y recién ahí, en esa ausencia,
comprendo que si no tengo palabras
es porque un beso interrumpe mi boca.