jueves, 23 de octubre de 2014

El hule de Muñoz

Venía esquivando avenidas
atestadas de cajones de frutas,
era la mujer con el traje de hule.

Alguien que mendigaba guantes de látex
se me acercó
como si hubiera visto en mi investidura
una nueva deidad.

Pero teníamos hambre
y entonces peleamos como roedores rutinarios
que se mueren por unas sobras
de papas al horno
con las que se pueda hacer una tortilla.

Venció el mendigo, con sus ojos de silicona.
Tuvo más habilidades que yo
para el orégano y la páprika.

Por eso ahora me alejo de las cosas y la gente
y con mi hule de Muñoz hago un mantel,
mi cena es polvo de estrellas
y mirinda.


(dedicado a Alberto Muñoz)

jueves, 16 de octubre de 2014

Mientras espero

Mientras espero,
ese hombre sentado en la esquina oscura
se orina en sus pantalones azules de salir.

¿Qué más hacer?

No van a vencerme los olores asfixiantes
de esta noche afligida,
ni la televisión a todo volumen
de cada casa
en la que he entrado por error.

No podrá conmigo
la falta de espacio en mi cabeza
ni el tiempo apelmazado en las redes sociales
como un pastel de piel de asno
al que le faltó cocción.

¿Qué hacer?

Borrar los mensajes de texto
escritos en mayúsculas,
comprar la lupa con forma de tarjeta
y agarrar de los pelos a los niños
para que vuelvan a jugar al fútbol en la calle.

Lo voy a conseguir.

Aunque la humedad levante la alfombra
o descascare nuestras amorosas convicciones,
o aunque yo misma
me orine encima de este poema.

¿Qué importa?

A lo sumo las letras
van a quedar
levemente borroneadas.