ni un jueves parecido a cualquier otro)
quiero las noches completas
y los días fuera del tiempo
cuando el horizonte sonríe al revés
y el sol es una mujer pariendo prodigios
(no quiero las migajas que se caen al suelo
ni los míseros retazos que se desparraman aturdidamente)
quiero los días que germinan verdes
al filo de la magia
y los silencios de una tarde
que hacen el amor con la música
(no quiero ser “amable”
ni precisa ni eficaz)
quiero la fascinación irresistible del riesgo
la potestad del error
la duda durmiendo conmigo hasta la madrugada
(no quiero olvidar ni siquiera
una estupidez)
quiero las palmas de mis manos
tocando la tierra después de la lluvia
y mi lengua acariciando
los sabores del misterio
quiero
el amor sin alarma.