martes, 28 de abril de 2009

Sin infinito

soy la que sale a la intemperie
aunque la calle esté enceguecida de pestes
o recalentada de fiebres
que vienen desde otros reinos

no nos queda otro tiempo
que este oportuno
(el infinito ya fue mutilado
y resta sólo un racimo de horas
antes que anochezca)

la sugestión de los pronósticos
dejó de asustarme:
me he convertido en mi propia profeta
en la reina sublevada
de este imperio persistente
que nos exalta con miedos y fobias

aplaudo con furia
el estallido de este escudo extranjero
que arranca jirones de mi piel
con las esquirlas que implosionan

suelto hoy mi cordón umbilical
y celebro mi cuerpo,
mis acantilados tibios,
mis escalinatas interiores…
y hasta los pasadizos
que no conducen a ningún lugar

lo muestro todo:
mis rodillas,
mi debilidad contagiosa,
mi confusión lúdica y cruel
mi paso abúlico... por un resquicio a tientas

huelo, al fin, esta vida que a veces duerme,
disfruto de su sabor mundano
(toco sus ojos nocturnos)
y me dejo entibiar por su temperatura ciega.

miércoles, 8 de abril de 2009

Algo de sal

me queda sólo un doblez de la tarde
y las hormigas lentas
mastican lo que resta de lucidez

hay una música escurridiza
que relame mi espalda
(a falta de vértigo)
y acaricia mis piernas
con su ritmo curvilíneo,
tratando de amputar
el desequilibrio perfumado
de las ideas que no combinan con mi pelo

pero siempre encuentro
algo de sal en mi solapa,
relámpagos calientes para reavivarme
y vientos interiores para barrer
los sedimentos agrios que
-por error- se asilaron en mi almohada

entonces reconozco
que simplemente me alcanza
con un doblez de la tarde:
un pequeño espacio / un diminuto tiempo
en el que pueda levantar mis párpados
(despertar mis sentidos)
y contemplar
la parcela de suelo que me sostiene
y el infinito de cielo que me libera.