domingo, 7 de marzo de 2010

Un gran laberinto

cerrás los ojos y detenés el tiempo en un momento preciso,
hacés que se vuelva blanco todo lo oscuro
y buscás en la claridad
un deseo que se escabulle

al principio te parece que no hay nada,
que ni siquiera tenés deseo

te resulta difícil distinguir algo distinto
entre la masa blanquecina

tu mundo ahora es un gran laberinto
donde sentís que tu ser se pierde, se confunde, se desvanece…
pero tus manos perciben algo tibio
y aparece un olor que nunca sentiste antes

tratás de abrir los ojos pero todo es lo mismo:
pasillos blancos dentro y fuera de tu tiempo

sólo al final abandonás la búsqueda
renunciás a perseguir lo que creés un imposible,
entonces, comprendés la ingenuidad de tu razón:
tu deseo no puede buscarse con los ojos
ni está dentro de un tiempo específico

tu piel vuelve a erizarse como otras veces
y recordás eso que siempre estuvo con vos
que está dentro tuyo
y entonces descubrís
que no te falta nada.

2 comentarios:

Sonia Betancort dijo...

Qué bonito, Paula querida! me recuerda a "la luz invulnerable" de la que hablaba Borges. Infinitos abrazos

paula varela dijo...

Gracias amiga por esa luz invulnerable que emana de vos.