el aire está enrarecido
ni murmullos ni réplicas
acomodan mi almohada
contra las aristas de mi insensatez
es la hora de entibiar las sábanas
mi bravura me sentencia
cincuenta años de soledad
el castigo es callar
allí donde nada produce resonancias
allí donde no hay / siquiera /
gestos estáticos pintados en un lienzo
es la hora de sentir otra piel sobre la boca
pero nadie sube las hiedras de esta torre oscura
el viento se esconde detrás de mis penumbras
y el frío camina sobre mis piernas con sus zapatos de hierro
es la hora de las dos manos
apaciguando los gritos que me apuñalan
pero ya no avanza el tiempo acompasado
cierro los ojos para clausurar la espera
intento dormir esta ausencia de sueños.
2 comentarios:
Bravo!!! no sé, siento- casi siempre- tus versos como pensamientos, como frases sueltas... pero logras causar un efecto espectacular (leo y releo este poema y me sigues sorprendiendo)
Cambiaría todas mis noches de insomnio por un poema como este, saludos
¿todas tus noches de insomnio?
sos una dulzura!
besos Miguel!
te llevás mis sonrisas
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